quinta-feira, 3 de junho de 2010

Profissão? Tradutor... o quê?

Texto retirado do meu outro Blogo: " O penúltimo romântico".

Ao chegar em qualquer lugar, qualquer pessoa, no qual me perguntam minha profissão, já espero a réplica "O quê?". Já tenho tudo preparado, preparo o tom de voz, escondo a cara de frustração e repito pausadamente: Tra-du-tor. Logo então, espero a segunda reação da pessoa, que se ramifica em duas. A primeira é a constatação de que ela não sabe o que se faz um tradutor, e pior, que isso é profissão e, então, manda a pergunta: Mas é tradutor de todas as línguas? E então, eu, com minha cara de vendedor de sapatos digo calmamente, rompendo minh'alma por dentro: Não, só de espanhol e francês. A pessoa, então, finaliza com a última contestação: Mas você não fala inglês? Ah, o senso comum. A segunda constatação é a de total ignorância do assunto e, com vergonha de parecer mesmo ignorante, a pessoa se cala. Há aqueles que confundem tudo e entendem uma profissão que não tem nada a ver. Lavrador? Plantador? Colhedor? AH, Tradutor! Acho que essas pessoas até estão certas. Nossa vida é como uma colheita, uma plantação. Pensemos na vida: Acordamos ao nascer do sol, preparamos o terreno, ligamos nosso trator, aquele Athlon AMD barulhento de 6 anos atrás, nos sentamos na nossa cadeirinha e começamor a lavrar o texto, plantamos sementes nas nossas memórias de tradução, colhemos nossos frutos em tempo record, bem como pede a demanda da lavoura. É uma profissão como todas as outras, alguns estudam para isso, outros não, e a maioria consegue seu lugar ao sol. Quem não estuda sofre mais na terra, assim como os produtores rurais, quem estuda sai em vantagem mas, ao passar dos anos, todos se encontram na mesma situação, talvez um demore mais do que o outro para trocar o trator, mas nada que um financiamento da Caixa não resolva.

sábado, 13 de março de 2010

Um pouco de cinema?

Surgiram coisas no passar das semanas que me impediram de continuar traduzindo o livro "Zirah", trabalho ao qual me havia engajado. No entanto, segue-se a vida.
Hoje senti vontade de falar de filmes, séries, cinema, televisão, liberdade. Para tal, tenho que separar bem o que vou tratar, pois posso escolher um viés que não é de meu conhecimento, logo, falar pelotudeces.
Acabei de ver um filme sobre anjos. Pensei que se tratava de uma boa produção, mas não era. Para os curiosos, o filme chama-se "The Legion". E, sim, eu baixei o filme de forma ilegal, but who cares? A questão é que o filme, roteiristicamente, é ruim, mas tem uma boa temática, anjos e a desobediência, e mais do que imediatamente relacionei a ideia à série "Supernatural". Para quem não sabe, vai ficar não sabendo do que se trata a série, mas fica aí uma boa dica de entretenimento para quando o Faustão não estiver com a mão preta.
A questão que venho a levantar, porém, não tem nada a ver com tradução, que é minha profissão, apesar de poder ficar horas discutindo a procedência e a qualidade das legendas e legendadores, o que, definitivamente, não é meu foco.
Venho falar da liberdade. Rá! Você provavelmente vai querer parar de ler agora, "esse cara vai filosofar e nem é famoso para tanto!", mas não é isso. Pensem comigo. Quando saiu em cartaz o filme "O Código da Vinci", me parece que houve todo um reboliço na cúpula da Igreja Católica. Eu não sou católico, nem pretendo ser, by the way, mas hoje em dia, qualquer um pode fazer e publicar o que quiser, o que é ótimo. "O que quiser", entretanto, enquanto não fira os sentimentos de ninguém, pois esse alguem pode te processar. Não temos mais que temer o famigerado "Index Librorvm Prohibithorvm". Mas, finalmente, chegando no ponto, depois de anos de enrolação, sinto-me feliz em ver que tenho liberdade de fazer comentários e ninguém vir me pedir explicações, nem me queimar na fogueira. Do mesmo modo que um filme ou uma série podem subverter tanto os "divinos ensinamentos da Bíblia" e ninguém forçar a que as retirem do ar. Acho isso genial. Na minha cabeça, debato muito sobre liberdade de expressão e como as pessoas não refletem sobre isso.
O filme "The Legion", a série "Supernatural", mostram anjos tortos, como dizem, que desobedecem as leis divinas e agem por impulso e paixão, como os humanos, e com resquícios de maldade, diga-se de passagem, o que é inaceitável, pois anjos são "os bonzinhos" da história. Haja liberdade! Vale a pena comemorar, às vezes, que não vivo em Cuba, nem na China.

domingo, 28 de fevereiro de 2010

Zirah, Capítulo 1

Cap. I
Doña Genú

La noche era lluviosa y fría. El viento sin pedir permiso, fustigaba incesantemente las ventanas, haciéndolas oscilar.
Doña Genú presintió que llegaba la hora. Había comenzado a sentir aquellos síntomas ya conocidos; los dolores en la espalda, la barriga rigidecida y contraída por movimientos repetidos y rápidos. Estaba a punto de dar a luz. Era su tercer y último embarazo. Los dolores le parecían todavía soportables, por lo que aun podía ordenar algunas cosas que se le habían escapado a última hora.
Había pedido a la vecina que fuera buscar a la partera que atendía a todas las mujeres del pueblo, arreglaría la casa, sus hijos, chicos todavía, necesitaban algunas directrices. Con el marido, Don José, no podía contar. En su familia hubo muchos casos de lepra, el simple pronunciar de la palabra hacía temblar y alejaba a todos.
En aquella época, ser portador o pertenecer a una familia que había en su historial ese terrible 'mal', era como firmar el propio aislamiento de la vida. Esa gente, en el tiempo de Cristo, era vista como seres que debían ser alejados de la convivencia normal con la sociedad, por llevar en su genética una maldición. Los consideraban seres poseedores de una desgracia que afectaba a todos los que compartieran el mismo ambiente. Su apecto deforme causaba asco y temor.
Por eso, eran obligados a vivir en colonias creadas para aquellos que poseían el mismo mal. Eran “arrancados” de un día para otro de sus vidas, de su hogar cariñoso junto a su familia y llevados lejos donde deberían escribir otro cuento.
Don José no era aceptado por la gente del pueblo, el historial de su familia era conocido por los casos de lepra. Él no estaba infectado, pero llevaba en su sangre el estigma maldito. Se había vuelto un rechazado y así había crecido. Discriminado, el alcohol lo había refugiado, su único aliento para el dolor, aunque no se esforzara por encontrar el afecto de las personas próximas a él.

Pág. 6 -7

Por ello D. Genú no podía, en ese momento tan especial, contar con el apoyo y el cariño de aquel hombre que compartía con ella la responsabilidad y la felicidad de entonces. La bebida lo había vuelto violento y, muchas veces, cruel. Los hijos se sentían amedrentados, recelaban aproximarse, pues nunca sabían como llegaría a la casa. Sin embargo, era un hombre trabajador y honesto, Simplemente no había aprendido el arte tan sencillo de la vida, la necesidad del afecto y las delicias que proporciona, ello jamás lo había experimentado.
La partera había llegado y, dos horas después, un nuevo sonido llenaba aquella casa de vida. Una nueva vida resonaba en el pueblo, había nacido la pequeña Elza.
Ella sería la que, en el futuro, abriría las puertas al afecto del corazón de aquel padre que, hasta aquel día, no había conseguido aproximarse de los otros dos hijos mayores.
El nacimiento de Elza será el comienzo de una nueva época en aquella familia. De a poco, ella crecía y llenaba de alegría aquel padre tan rígido e inalcanzable en aquel entonces. Solamente ella había logrado el milagro de hacerlo sonreír. Era una niña muy viva y muchas veces, la encontrábamos sentada en su regazo, haciéndole cariño.
Pero, él tampoco se había escapado de lo que tanto temía. Las primeras señales de aquella enfermedad contra la cual tanto pelearon, llegaban sin pedir permiso, invadiendo aquel espacio donde la alegría ahora parecía quererse quedar. Lo escondió cuanto pudo, la familia intentaba de todas formas disimularlo, una vez que supieron que el aislamiento era definitivo.
El tiempo lo los ayudó. Médicos y empleados de la Posta Médica – responsable por el mapeo y control de la enfermedad – descubrieron y constataron lo que nadie quería: la lepra avanzaba silenciosamente.
Tendría que irse, lo llevarían al leprosario y allá viviría el resto de sus días. Abandonaría su hogar, hijos, esposa… Se iría lejos de su ciudad, recluso, donde no podría más aproximarse de aquellos cuya vida había compartido. Lo obligarían a vivir como un animal fuera de su hábitat. Nadie se acercaría a ese local y tendría que ponerle un fin a su vida, empezar ahí una nueva historia. No tendría más a su hija Elza, no escucharía más a su risita infantil. Aquel comienzo tímido de felicidad ya no se lo permitirían.
La partida de José casi no cambió la rutina de la casa. Pese a la aproximación con su hija menor, no había desarrollado con los otros hijos ningún lazo más fuerte que pudiera ser quebrado.
La vida continuaría difícil, pero todos trabajaban para ayudar el mantenimiento de la casa. Doña Genú lavaba ropa para las familias ricas de la ciudad. El hijo mayor, Zuza, adolescente, trabajaba como auxiliar de albañil, y la hija del medio cuidaba la casa mientras la madre se ocupaba con dedicación de las ropas ajenas. Íntimamente todos se sentían un poco aliviados con la ausencia del padre y marido de reacciones imprevisibles que tanto mal había hecho a todos ellos.
La noticia de la partida de Don José se propagó por todo el pueblo y un nuevo problema ahora se les hacía realidad: el prejuicio. La gente evitaba el contacto con los miembros de aquella familia. Se les marcó como si llevaran consigo un mal terrible y debieran de ser relegados al olvido.
Los tres hijos, que asistían a la escuela primaria, fueron gentilmente invitados a abandonarla, ya que los padres de los otros niños no querían compartiesen con portadores de ese "peligro". Para ellos no había lugar. La faceta brutal de la separación se sentía en la familia.
D. Genú retiró a sus hijos de la escuela, decidieron que podrían vivir así, habría de encontrarse una forma de mantener la familia unida. No terminaron los estudios, se volvieron adultos semianalfabetos.
Fueron años difíciles, años de exclusión, años de soledad, pero siguieron su lucha por el derecho de vivir.
Entretanto, se les impuso otra prueba; el padre que nunca había estado presente, esta vez se ausentaría definitivamente.
Recibieron la noticia de su fallecimiento. Nadie pudo siquiera verlo por última vez. Lo sepultaron solitario, lejos de todos, no le tenían amor, sino compasión. Era un ser que merecía al menos la solidaridad de aquellos que había conocido. No le pudieron rezar ni siquiera las últimas preces, derecho de todo hombre. Se les habían negado el derecho cristiano de llorar y enterrar a sus muertos.
El tiempo trajo la superación y la vida alcanzó seguir de nuevo su rutina. Los hijos crecieron. Zuza empezaría su propia familia, Zélia, la hija del medio, cumpliría sus dieciséis años. Era una bella chica. Todos los domingos se juntaba con sus amigos en la plaza del pueblo. Allá pasaban las horas contando historias, charlando, distrayéndose con su juventud. Pese a todas las dificultades, en aquellos momentos era feliz. Se había dado cuenta de ese joven que la miraba intensamente, aunque no estaba segura que le miraba a ella, por sentirse incapaz de atraer a nada ni nadie.
El sentimiento de repulsa hacia ella misma era fuerte, se había cristalizado en aquella familia, y ella no podía escaparse a la regla. No obstante, íntimamente, alimentaba la idea de cambiar el deseo incambiable, su corazón empezó a calentarse de sentimiento, esa buena sensación de saber que a alguien le interesa.
Correspondía furtivamente a las miradas y, de a poco, tenía la certeza, él la quería. El encuentro fue inevitable, se enamoraron. Él le contó que desde hacía mucho tiempo la miraba, la veía pasar con sus amigas y esperaba la oportunidad justa para aproximarse, le decía como le atraía su belleza y carisma.
Zélia no tuvo reacciones. Nunca se lo imaginó, despertar sentimientos tan fuertes en una persona tan joven, bella. Luego estarían de novios, el lazo que los había unido se sustentaba solo. Varios encuentros después y el miedo de asumir un compromiso era más grande. ¿Qué pensaría de su historia, su estigma? Ay, cuando lo sepa... ¿Cuál será su reacción frente a la terrible constatación? Resistió, cuanto pudo, pero en asuntos del corazón…
La familia de Jorge - así se llamaba- fue terminantemente en contra. No podrían aceptar una persona con ese historial: ¿Cómo se lo explicarían que su hijo...? ¡No! Definitivamente, ¡No!
Pero Jorge no lo pensaba así, estaba enamorado, ella era su “media naranja”.
Aunque la familia de Jorge no lo aprobase, se realizó la boda, años después llegaría Adalberto, su primer hijo, para hacer parte y renovar la familia. Dos años después llegaría otro niño, tenían ya dos hijitos y la vida transcurría normalmente.
Cuando el hijo menor cumplió diez meses de vida contrajo una grave enfermedad, Colitis, terrible para aquel tiempo. Hoy en día es conocida como deshidratación y si se diagnosticada a tiempo, no causa mayores daños. Pero en ese entonces, desafortunadamente, no hubo como controlarlo.
Un terrible golpe para la familia que ya cargaba tanta infelicidad, tanto sufrimiento, tanto rechazo. No se pudo medir la desesperación, parecía que tamaño dolor no encontraría lugar para calmarse.
El día siguiente a la sepultura del pequeño Mario, Zélia, deseperada corrió hacia el cementerio, y delante de la tumba silenciosa que ahora guardaba el cuerpo que días antes ella había abrazado, cuidado con sus propias manos, avanzó hacia la tierra y trató de arrancar de allí aquel niño que le llenaba de alegría. Escena que ni los más renombrados pintores o escritores podrían retratar. La histeria de esa mujer, toda una historia guardada, sufrida, parecía concentrarse en aquella acción extrema. Jorge, sin embargo, llegó a tiempo para impedirlo. Era la personificación del dolor.
Una tristeza sin precedentes se alojó en la pareja. Toda la pena aguantada, guardada durante años despejaba como un torrente fuertísimo que nada podría contener.
Llegaba, arrastraba y devastaba, se llevaba todo que estuviera en el camino. Frente a un cuadro tan desolador, otras cosas sobresalían, se volvían evidentes. La pareja había llegado a la cima de sus deudas, no podían trabajar y los problemas se acumulaban. No había dinero para saldar sus compromisos, y todavía tendrían que pagar el funeral...
No tenían bienes y la única cosa que les quedaba era la pequeña radio. La radio que llevaba música sería vendida para cumplirse el compromiso, necesario, asumido para darle a su hijo querido, que durante tan poco tiempo llenó la casa de fiesta, de música, un entierro decente, así lo harían. Se vendió la radio y finalmente se efectuó el pago.

Pág. 15.

Zirah, Prólogo

Como dito há muito tempo atrás, eu tinha o projeto de traduzir (verter) o livro da minha mãe "Zirah" ao espanhol.
E o projeto vai indo, já traduzi o primeiro capítulo e vou postá-los a medida que termine.

Sendo assim, bienvenidos a una historia trágica de una familia afligida por la lepra y el prejuicio.

ZIRAH,
por Dora N. G. Marçal.

Tradução
Felipe G. Marçal

Zirah

“Ah, la mirada que fulmina y persigue como la llaga que llevo en el cuerpo.

Ah, la mirada disfrazada que me hace sentir como animal acosado

Ah, esa mirada que grita – aléjate de mí.

Ah, esa mirada...

Pero existe también la mirada del Padre, que es como bálsamo sobre las heridas del cuerpo y del alma.

Ah, la mirada del Padre que hace soportar la dura prueba de esas miradas y pensar...

Mañana será mejor.

Ah, ¡será!”

F.G.

Prólogo

Esta es una historia verídica. Es un relato del prejuicio vivo, todavía presente, encubierto, poco discutido, pero de raíces profundas.

No se trata de un prejuicio por el color de la piel, ideología o creencia religiosa. Es un prejuicio sordo que llevó a una familia al grado máximo del sufrimiento por poseer entre ellos el estigma de la Enfermedad de Hansen.

Desde los tiempos en los que Jesús hacía sus predicciones en la longincua Galilea, hay registros del horror, de la repulsa, del pavor ocasionado por simplemente pronunciar la palabra “lepra”, sinónimo de soledad, exclusión, abandono.

Por consiguiente, esa exclusión, ese prejuicio, atravesó los siglos y las fronteras geográficas, se mantuvo vivo entre nosotros hasta los días actuales.

No es una enfermedad extinta. Todavía se encuentran casos de ese mal. Sin embargo, el avance científico produce maravillas y la persona sometida a esa enfermedad puede convivir normalmente con su familia y es socialmente aceptada.

Pero no ha sido siempre así y a aquellos que han conocido ese “dolor” se les ha mutilado no sólo sus cuerpos, sino también sus almas.

El estigma de la enfermedad acompañaba esas familias y retiraba de ellas sus esperanzas y sus expectativas de ser un humano entre los humanos.

Los medicamentos retiran del cuerpo las marcas y deformaciones. Dedos, narices, orejas, pies, manos, permanecen intactos. Pero ¿habrá el prejuicio evolucionado en la misma proporción que la ciencia? ¿Habrá el prejuicio disfrazado, velado y hasta feroz de aquel entonces, cambiado también?

Es un relato que convida a la reflexión y a un conocimiento más profundo sobre la Enfermedad de Hansen y qué estamos haciendo en los días actuales para que esas barreras sean finalmente retiradas.

Agradecimientos

Agradecemos a las personas que han sido las protagonistas en esta historia. Agradecemos por el coraje en buscar en el fondo de sus almas lo que ya estaba quieto y adormecido por el tiempo, proveyéndonos sus relatos dolorosos para que la raíz del prejuicio pueda ser, de una vez para siempre, exterminada.


Mensal?

Parece que virou mania minha, nem tinha me dado conta, mas escrevo sempre de mês em mês. Talvez seja pelo volume de trabalho que tenho, ou pela falta dele. Assim, falta assunto, e faltando assunto, falta disposição.

Queria dizer que estou começando a traduzir, ao espanhol, o livro que minha mãe escreveu. É um "trem" dificil, e requer muito tempo, sem contar a falta de incentivo que estou enfrentando nesses dias pela minha possível incapacidade de encontrar emprego.

Quando tiver terminado o primeiro capítulo, ou parte, imagino eu que seja melhor esta denominação pelo tamanho da obra, vou postar, pois o livro não tem direitos autorais nem nada, e eu, acima de tudo, sou o autor da tradução, azar o meu se for um sucesso.

segunda-feira, 1 de fevereiro de 2010

Congresso Internacional da Língua Espanhola.

Acontecerá em Valparaíso, Chile, nos dias 2, 3, 4 e 5 de Março de 2010 o Congresso Internacional da Língua Espanhola, como pode ser visto no site.
O lema do congresse este ano será America en lengua española e, claro, exclui o Brasil, porque falamos português, caso alguém não tenha percebido.
Muito interessante, se tivesse meios de ir, eu iria.
Aproveitando que será no Chile, serão homenageados Pablo Neruda e Gabriela Mistral, ganhadores do Nobel da Literatura. Pra quem é acadêmico ligado à essa área, é um bom investimento, sem falar que Valparaíso é muito bonito, vale pelo passeio e pela conteúdo que será apresentado no congresso. Até o Rei Juan Carlos I vai estar lá, além de várias celebridades do mundo hispânico, referentes à literatura, claro, não pense que você vai encontrar a Shakira dando sopa por lá, muito menos o Luis Miguel cantando La barca.
A inscrição é de U$ 50,00 (dólares americanos) para os estrangeiros e 27.000 pesos chilenos para os de lá.
Quem gostou entra no site e dá uma olhada, as inscrições se encerram no dia 15 de fevereiro.
Quisera eu estar lá.

sábado, 2 de janeiro de 2010

Feliz Natal e um Próspero Ano Novo.

Todo ano é a mesma coisa, a mesma ladaínha. Pra mim era legal quando o Natal era sinônimo de presente, agora fico assustado quando ganho algum. 'Tá certo que já passei da idade de ser tratado como criança, mas podemos dizer que Natal só é bom para seres humanos em algumas etapas da vida; as crianças e aqueles que estão atolados no trabalho e precisam de um descanço. Como eu não me encaixo em nenhuma dessas etapas, uso o Natal para visitar a família, que aos poucos se acaba, e se renova, como os votos natalinos.

Já quanto ao Ano Novo, prefiro pensar sempre que vou melhorar, não que isso aconteça, mas de algum jeito ou de outro as coisas mudam, assim como os anos. Este ano vou me decidir profissionalmente, uma vez formado, sobre os rumos que tomarei. Sei que planos são planos e ninguém sabe o que vai ser no futuro, sendo assim, viva o presente, sei tudo isso, mas metas são um meio de atingir alguma coisa, e assim o farei.

2009 ficou pra trás, agora é hora de crescer totalmente, já que eu não mais me encaixo nos padrões natalinos a que me referia antes, é fazer por merecer para entrar no meio dos atolados no trabalho, só assim para dignificar a alma, como dizem, e merecer um descanço no fim de ano.